Estrés ético en la multidiversidad de los países del sur.
ENTREVISTA - Ari Joensuu
septiembre 1, 2023
Ari Joensuu es un líder que ha recorrido el mundo sirviendo a la Iglesia. Ha visitado cerca de 70 países y, además de ser misionero, ha sido líder regional en distintas partes del mundo. Comenzó como líder regional para Sudamérica y, desde entonces, ha liderado las regiones de Oriente Medio, Asia Central y actualmente es líder regional para FIDA en África Oriental. Es Cofundador de Australis, junto con Juan Carlos Melo y José Luis Ochoa. Ari tiene estudios en pedagogía, dos maestrías y un doctorado en Biblia. Actualmente, es un referente en ética situacional y está desarrollando un programa de capacitación sobre estrés ético para los países de África. Acompáñanos en esta breve entrevista para conocerle mas.
Doctor Joensuu, en breves palabras, ¿qué es el estrés ético y por qué es tan importante en los contextos multiculturales, especialmente en el mundo de la Iglesia?
Es muy difícil encontrar definiciones concretas del mismo. Según mis observaciones, el estrés ético se refiere a la carga que surge cuando, por una razón u otra, no podemos actuar de manera éticamente sostenible o de acuerdo con nuestros valores cristianos. La «ética situacional» que reconoce la complejidad de los contextos culturales y las múltiples opiniones humanas provocan inseguridad sobre lo que es bueno o malo. El mundo cristiano no está exento de esto, reconocemos la autoridad de la Palabra pero también reconocemos nuestra humanidad al interpretarla.
¿Podríamos graficarlo con algún ejemplo bíblico?
Un ejemplo bíblico bien conocido es la historia de Judas. Estoy convencido de que Judas luchaba internamente con su lealtad y amor hacia Jesús. El «estrés ético» vino por la oferta de otros religiosos, quienes lo animaron a actuar en contra de los valores aprendidos de su Maestro. ¿Cuántos dilemas habrá enfrentado Judas al luchar con la oferta tan poco ética? ¿qué argumentos se habría creado para justificar sus propias decisiones?
Entiendo que no todo es desventaja, así como en la faceta aguda del estrés que conocemos, nos preparamos para las cosas importantes o esto nos ayuda a centrar la atención en temas relevantes. El estrés ético también puede ayudarnos, ¿es correcto? ¿En qué casos podría ser así?
Daniel es un ejemplo interesante del impacto positivo del «estrés ético». No creo que haya sido fácil para él todo el tiempo ignorar los mandatos del rey. Seguramente haya tenido sus momentos de preocupación. La relevancia final de sus acciones reales no fue resultado de una confianza ciega hacia su Dios. Las experiencias previas, bien evaluadas individualmente y con sus compañeros, le ayudaron a tratar lo que llamo «el estrés ético». Al pensar en el ejemplo de Daniel, tengo en mente unas preguntas. ¿Será que entendemos bien en la práctica la diferencia entre el conocimiento teórico cristiano y la sabiduría divina aplicada? ¿Será que la inteligencia emocional es parte de la sabiduría divina en los momentos de estrés ético? Daniel en sus momentos difíciles me confirma que su sabiduría divina no es solamente intelectual, sino también emocional.
En su vasto caminar apoyando a ministerios pro-eleclesiales y a distintas iglesias en el mundo, ¿podría mencionar algunos comportamientos que se repiten ocasionados por el estrés ético en la Iglesia y en las organizaciones cristianas sin fines de lucro, sus síntomas iniciales y sus peligros?
El primer elemento que me ha provocado el estrés ético fuera de mi país ha sido muchas veces mi propio comportamiento. Y la razón es muy simple: tantas veces he intentado aplicar valores y principios de mi propio contexto cultural, social y religioso. ¡Etnocentrismo religioso!
El respeto mutuo es la base central para tener relaciones verdaderas con los individuos en todo el mundo. Sin relacionamiento, no hay entendimiento ni conocimiento mutuo. Sin conocimiento real, puedo solamente suponer lo que la gente piensa
Como cristianos, podemos vivir en nuestro mundo totalmente aislado. En esta manera, no conocemos la realidad de otros en la comunidad. Dios nos ha creado para que vivamos con relaciones sanas. Esto significa honestidad en las mismas. La transparencia honesta entre los cristianos nos ayuda a manejar el estrés ético. Nos libera del deseo humano de impresionar a otros. Una forma no saludable para intentar tapar el estrés ético es el uso de máscaras espirituales. El riesgo de estas máscaras es que pronto creemos equivocadamente que son nuestra verdadera cara.
El estrés ético ocultado nos separa fácilmente de otros. Nos autopercibimos espiritualmente culpables al conocer nuestras luchas internas. Esto nos desanima para confesar nuestros pensamientos y sentimientos. Antes o más tarde, quedamos solos con nuestros pensamientos íntimos
En el caso de las brechas generacionales, ¿cómo el estrés ético bloquea un diálogo fructífero o evita conocer el contexto de las otras personas para arribar a soluciones relevantes?
Las preguntas morales y éticas de la juventud actual nos obligan a dar respuestas honestas y relevantes. Teóricamente es fácil dar preceptos para situaciones donde ya no vivimos nosotros. !Es fácil intentar ser experto cuando no se conoce los detalles reales!
Dictar reglas sin explicar sus principios divinos provoca muchas veces solamente rebeldía.
Parte de mis experiencias personales sobre el estrés ético se relacionan con estos momentos difíciles de preguntas y respuestas con la juventud actual. Esto no es por causa de que no sé algunas reglas bíblicas. La razón se relaciona con la realidad de que los jóvenes no anhelan escuchar las reglas sin saber también los principios detrás de cada una de ellas. La juventud quiere tener primero la claridad de los principios divinos. Después, hay una mejor esperanza de que acepten también las reglas divinas.
Como Co-Fundador y Senior Advisor en el Observatorio del Sur, ¿cuál es su mayor aspiración sobre la contribución de esta organización a la Iglesia y las organizaciones cristianas que trabajan en el sur?
Dios quiere que seamos eficaces en lo que hacemos. Nuestro enemigo sabe bien cómo desanimarnos. Una de las formas de desanimarnos es mediante las luchas internas. Ya no necesitamos más escándalos públicos por actuar sin ética cristiana. El carácter cristiano se refiere a lo que somos especialmente cuando nadie nos ve. Si tenemos estrés ético, esto no es pecado. Pero si no sabemos manejarlo de forma correcta, podemos tener graves problemas. Mejor prevenir que lamentar. Si transparentamos las luchas que tenemos como Iglesia para cumplir la gran comisión, podremos indagar y encontrar soluciones relevantes a los nuevos desafíosos que tenemos.
Finalmente, Algún consejo a la Iglesia para acompañar a liderazgo que pese a sus propias fallas éticas, las reconoce y avanza. ¿Cómo hacemos una restauración mas eficaz y aprendemos del proceso para estar mejor preparados?
Aquí algunas ideas de lo que podríamos hacer:
Necesitamos hacer Énfasis en la ética y los valores, mas allá de la cultura, es de suma importancia investigar constantemente los fundamentos éticos de la iglesia y desatacar los valores fundamentales para el liderazgo eclesiástico.
Tenemos que trabajar intencionalmente en la gestión de conflictos y el perdón, no solo con la actitud correcta sino también desarrollar habilidades para gestionar las decepciones y violaciones a la ética.
Debemos prestar especial atención a los procesos de toma de decisiones dentro de la iglesia, cuidar la motivación, los procedimientos, la transparencia y el asumir la responsabilidades.
Si nosotros como lideres no reconocemos nuestra vulnerabilidad sera más difícil animar a los demás a recorrer este camino, perderemos la oportunidad a generar empatía y disposición a comprender en quienes pueden estar pasando en soledad sus propias luchas interiores.
Considero que es muy importante que toda la iglesia busque apoyar a todos sus líderes que, de diversas maneras y en distintas magnitudes, han fallado en su ética cristiana. En una situación como esta, es importante crear un ambiente propicio para que los líderes podamos capitalizar nuestros propios procesos de crecimiento y aprendamos con humildad de las experiencias que hemos visto o pasado. Siempre recordemos que a pesar del estrés ético y de los desafíos de cada uno de nosotros, la gracia divina sigue siendo superior.